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viernes, enero 13, 2012

¿Dónde están las Instrucciones? Nueva Columna #CrónicasDeUnaMamáNovata Por @HeidiBal . @Quien



Creo que como mamá, la experiencia que nunca vas a olvidar es el día que nace tu bebé. Lo haz estado esperando por tantos meses que inclusive lo sueñas, te preparas física y emocionalmente y por supuesto que, a la hora de la hora, nada termina siendo como lo pensaste. Lo que sí es exactamente como te lo imaginas ¡es el cansancio! =)
Un consejo que me dieron varias amigas es que tratara de dormir en el hospital lo más que pudiera para recuperarme del parto pero, la verdad, es que estaba tan emocionada que en mis dos días de estancia ¡casi no dormí nada! Durante el día me dedicaba a platicar con las visitas y a observar a mi hija con detenimiento y, por las noches, me traían a mi bebé para que la amamantara y entre toma y toma no podía conciliar el sueño de la emoción. Realmente no caí en cuenta del cansancio sino hasta después de estar una semana en casa con Elena.
La experiencia de salir del hospital con un bebé recién nacido para después llegar a tu casa ¡es fuera de este mundo! Como que en el hospital no te cae el cubetazo de responsabilidad (ni del cansancio) porque  las enfermeras te ayudan a cargarla, bañarla, cambiarla y, en general, se encargan de su bienestar pero en el momento en el que pisas tu casa, ¡todo eso cambia!
Imagínense… ¡Empecé luego luego de mamá preocupona! En el coche cuando veníamos en camino yo no quería quitarle la mano de la pancita a la nena (aunque estaba adentro su sillita del coche), sentía como una necesidad de sostenerla, ¡jijiji! ¿Qué chistoso no?
Los papás planeamos todo, desde la concepción hasta el nacimiento (bueno, ¡quizá la concepción no tanto!) Pero se nos olvida organizar a partir de ese momento cuando entras a casa con un recién nacido en brazos: Entras… dejas la bolsa, acomodas al pequeño en su moisés y acto seguido te quedas cruzando miradas con tu esposo y la familia que te acompaña… Todos con cara de ¿WHAT? “y ahora queeé?”
Aunque Jaime y yo habíamos acomodado y desempacado todo lo que pensábamos que íbamos a necesitar, nos percatamos que no estábamos ni cerca de estar listos. No habíamos tendido la cuna porque no queríamos que “se llenara de polvo”. ¡Ya ven que al principio los papás somos un poco exagerados!
¡Se los juro que estuvimos más de cinco horas arreglando cosas! ¡Desde acomodando algodones y pañales hasta sacando los monitores de su caja!
Como tip les recomiendo que destinen un lugar especial para los manuales de instrucciones de todos los productos del bebé (como un cajón), porque se ven tan sencillos de usar que piensas que no vas a necesitarlos pero, créame… ¡al rato van a estar como locas buscándolos! (como un día que sin querer desprogramé el monitor y antes de que le diera un shock a Jaime pude devolverle la paz en forma de instrucciones).
¡Todo trae instrucciones tan explícitas que parecen Biblias! Claro… el mayor reto son “los cuidados y manejo” del bebé pero me temo que ahí tenemos que aprender a arreglárnosla sin asesoramiento y día con día, ¡jajaja!
Ya ven que a veces por más de que tengas experiencia, sigue siendo una tarea difícil hacerse cargo de un bebé y es que cada uno (al igual que sus lindas mamis) es diferente y hay que encontrarle el modo.
¿Qué tal el primer baño en casa? Hubiera puesto más atención cuando la enfermera en el hospital nos estaba enseñando como bañar a la bebé, pero estaba tan impactada viendo como la enfermera maniobraba a mi bebé con tanta seguridad que parecía que estaba bañando a una muñeca… ¡Obviamente ni escuchaba lo que decía! Qué bueno que Jaime sí puso atención… Así fue que a él le tocó darle su primer baño en casa y yo fui su asistente…¡jejeje! Pero ya para estas alturas soy toda una experta.
Aunque a mi punto de vista no existe NADA que se acerque a un manual de instrucciones para un bebé, hay dos cosas que me han sido de gran ayuda: el libro “What to expect the first year” y la página web http://www.babycenter.com, ¡de verdad tienen soluciones y consejos para todo!
Una sorpresa muy grata fue cuando pedí consejos vía Twitter cuando a Elena le dio su primer cólico (Jaime y yo estábamos a punto de sentarnos a llorar junto con ella), recibí el apoyo más lindo y los consejos más efectivos de muchas de mis seguidoras, ¡no saben que padre sentimos! Gracias por eso chicas, de verdad que es algo que atesoro con todo mi corazón.
¡No hay nada más feo en el mundo que ver a tu bebé llorar!
Qué alivio es saber que todas las mujeres que somos madres formamos parte de un “equipo selecto” en el cual siempre existe apoyo y palabras de ánimo… ¡Bien por nosotras!


TRIVIA
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